Una etnografía al interior de la comunidad sorda de Quito.
Bossano nos habla de una identidad que se construye en la clandestinidad: el 95% de sordos nace en familia oyentes. Por ello, cuando las personas llegan a la comunidad de lengua de señas en algún punto de su vida, el conocimiento adquirido de este nuevo sistema les lleva a comprender una lengua que empieza a formar una identidad distinta a la que pertenecían, pero de la cual no tenían conocimiento. Por lo tanto, empiezan a identificarse como sordos y crear una identidad fuera de la denominada “discapacidad auditiva”. Una característica de esta nueva identidad es el orgullo de pertenecer a un mundo único: les hace entender que son parte de algo más grande. Por ello, adquieren valores que se presentan como una resistencia a la oralización impuesta históricamente. La comunidad sorda identifica su lengua como una variedad lingüística, y esto les permite tener una identidad propia y resistente a la opresión y discriminación del mundo oral que los rodea.
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